Blog de la escritora Marilyn Estévez


Soy la que soy y no pretendo ser otra. Cuanto he hecho hasta hoy ha sido siempre con la idea de hacer el bien y ser mejor cada día. Escribo desde que recuerdo, porque las ideas llegan en cualquier momento de la jornada donde me encuentre, lo mismo da una parada de ómnibus, que en espera de la metro; basta un segundo en que esté a solas conmigo misma; las palabras me rodean, me incitan, y ya no puedo hacer otra cosa que coger un papel y dejar que renazcan, fluyan, párrafos e historias que después les cuento en espera que les guste y me hagan llegar sus comentarios de alguna forma. Amo la sinceridad y a los amigos. Amo a quien es generoso y a quien no maltrata a los animales.
He creado este nuevo blog con la idea de no alejarme nunca más, mientras Dios lo quiera. Aquí contaré mis vivencias, secretos, mis sueños y de lo que escribo.
A todos espero les guste.


Miles de saludos desde un pedacito de mi mundo.

jueves, 18 de abril de 2013

Un hijo para Elisa

Cuando la gente preguntaba por qué no tenía hijos, respondía que nunca tuvo tiempo, que los hijos son un estorbo para quien le gusta dormir y hacer practicamente... nada, y las personas se alejaban convencidas que era extraña y deshumana. Otros pensaban que alguna enfermedad le había consumado los ovarios quitándole el don de tener hijos. Pero todos con sus raras fantasías estaban bien lejos de la realidad porque Elisa sí podla tener hijos y los había deseado con todas sus fuerzas pero se había casado con un hombre déspota que nunca la quiso y el tiempo pasó y pasó sin que este hombre hubiese querido tener hijos y cuando mucho años después este hombre se fue ya Elisa era demasiado vieja para poder concebir.
Aquella mañana sentada en la parada, esperando el autobus que la llevaba tdos los días hacia el trabajo una mujer se le acercó y depués de hablarle por un rato de sencilleses de alguna forma el tema volvió a recaer sobre el asunto de los hijos. La mujer le dijo que una mujer sin hijos era como una vaca sin leche y esta vez y por primera vez Elisa no respondió como respondía siempre pero tampoco dijo nada. Cuando subió al autobus  no dejaba de pensar y por primera vez después de tanto tiempo fue sincera consigo misma y se echó a llorar.

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