Blog de la escritora Marilyn Estévez


Soy la que soy y no pretendo ser otra. Cuanto he hecho hasta hoy ha sido siempre con la idea de hacer el bien y ser mejor cada día. Escribo desde que recuerdo, porque las ideas llegan en cualquier momento de la jornada donde me encuentre, lo mismo da una parada de ómnibus, que en espera de la metro; basta un segundo en que esté a solas conmigo misma; las palabras me rodean, me incitan, y ya no puedo hacer otra cosa que coger un papel y dejar que renazcan, fluyan, párrafos e historias que después les cuento en espera que les guste y me hagan llegar sus comentarios de alguna forma. Amo la sinceridad y a los amigos. Amo a quien es generoso y a quien no maltrata a los animales.
He creado este nuevo blog con la idea de no alejarme nunca más, mientras Dios lo quiera. Aquí contaré mis vivencias, secretos, mis sueños y de lo que escribo.
A todos espero les guste.


Miles de saludos desde un pedacito de mi mundo.

jueves, 1 de agosto de 2013

Cuando la música es música


Hay recuerdos que se quedan grabados en la mente por largo tiempo y la verdad es que no sabemos exactamente el por qué. O acaso si lo sabemos y no podemos creer que es todo cierto, porque es una mezcla de porques. Porque es bonito, simpático y divertido. Porque es relaxante, ameno, entretenido.

Oh, oh.

No me cansaría de buscar adjetivos por esta vez.

¿De qué piensan que estoy hablando o en quién piensan que estoy pensando?

Estoy pensando en la otra tarde. Acababa de subir a la metro y después de haber tenido suerte en encontrar un puestecito libre me disponía a leer un libro  de Poe. Y he aquí que apareció el Saxofonista. Así lo he bautizado, porque era uno de esos muchachos sin techo que dicen ser artistas de calle y que de echo llevaba un saxofón consigo.

Tan pronto lo vi sacar el instrumento musical me dije para dentro de mi: ¡Por favor, que alguien lo detenga!

Porque lo cierto es que todos los días en la metro veo gente que pide limosna después de haber cantado malamente alguna desastrosa cancioncilla o de haber ofrecido un ridículo espectáculo de magia. Pero esta vez señores, tan pronto el Saxofonista se puso a sonar la verdad es que tuve que guardar el libro con Poe y los cuentos de terrores para otra ocasión, tal era la maravillosa música que aquel muchacho me regaló por casi 20 minutos. Y no solo a mí sino a todos los presentes que de todos los ángulos de la metro aplaudían y se levantaban de sus asientos para ir a dejarle alguna propina. Sí, señores. Por primera vez he visto docenas y docenas de personas una tras otra alzarse en pie e ir de su espontánea libertad hasta la cajita de las ofertas donde este muchacho esperaba ver el resultado de su melodiosa. Y qué melodía. Pensar que todavía la recuerdo y eso que han pasado casi tres semanas..

Para el saxofonista de la metro, 10 puntos.

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